Apreciados (as) estudiantes: Esta es la actividad a realizar de manera individual, los invito a continuar labrando su camino hacia el éxito personal y profesional.
Jóvenes, toda nueva experiencia implica aprendizaje y si el mismo lo emprendemos decididos a lograr nuestros propósitos, el triunfo estará asegurado. En la medida en que asumimos nuestros compromisos con responsabilidad y decisión, en esa misma medida obtendremos los frutos de nuestra cosecha. Esta vía nos brinda la oportunidad de comunicarnos y de compartir conocimientos de una manera óptima; los invito a obtener el máximo de cuanto se propongan lograr a través de esta experiencia. Un abrazo.
"Les recuerdo que recibiré esta actividad hasta el día miércoles: 09/06/10."
Lean el TEXTO y luego realicen las actividades propuestas.
Hasta hace muy poco, las mujeres fueron consideradas como una propiedad de sus maridos. Ellas pertenecían a sus padres hasta el matrimonio, por lo que mediante este acto eran “entregadas y dadas” a sus esposos. Conforme al Derecho Romano, uno de los requisitos que debían cumplirse para que una unión matrimonial fuese reconocida como tal, era el llamado “coemptio”, ritual que consistía en la venta simbólica de la mujer al marido y para la cual se utilizaba una moneda de escaso valor. Por tal circunstancia, generalmente aceptada, los hombres tenían el derecho de hacer con “esta propiedad” lo que quisieran.
De acuerdo con el derecho común inglés, un hombre podía castigar a su mujer siempre que lo hiciera con un objeto “razonable”. No en vano, de ese país emergió la llamada Regla del pulgar (Rule of Thumb) la cual establecía que cualquier hombre podía golpear a su esposa siempre y cuando el objeto que utilizara para hacerlo no excediera la circunferencia de su dedo pulgar. Aunque sea difícil de creer, en un país primermundista como Estados Unidos, no fue sino hasta 1892 cuando entraron en vigencia algunas leyes que abolieron definitivamente la hasta entonces válida y legítima práctica de golpear a las mujeres.
Por siglos, los hombres han sido considerados superiores a las mujeres. Si en algún momento sienten que esa superioridad está siendo amenazada o desafiada, el uso de la fuerza física podría ser utilizada por algunos para preservar esa posición. Sin embargo, hay factores determinantes que hay que considerar cuando de violencia doméstica se trata. Los hombres que agraden a sus parejas no están necesariamente enfermos. En la bien extensa Comunidad Europea, por ejemplo, se ha determinado que sólo el 3% de los hombres denunciados y procesados por violencia doméstica sufren desequilibrios psíquicos.
Con relación al uso del alcohol, si bien es considerado un detonante para que un agresor se desinhiba y se atreva a cometer este tipo de delitos, los especialistas en Psiquiatría y Psicología se han encontrado con varios indicadores importantísimos: Hay hombres que se emborrachan y no son violentos. Hay hombres que son violentos y no se emborrachan. Hay mujeres que se emborrachan y no le pegan a los hombres. Y el que a mi juicio es el indicador más particular: Hay hombres que se emborrachan, adicionalmente son violentos, pero que aún bajo los efectos de alcohol, saben discriminar entre su esposa física y/o emocionalmente débil y el omnipotente jefe que lo maltrata y lo atropella verbalmente a diario.
Si tomamos en cuenta que el delito cometido por la ejecución de una acción tipificada legalmente como de violencia doméstica es un delito de lesiones propiamente dicho (con la única ventaja para el agresor de que por virtud de la vinculación familiar entre éste y su víctima, tiene prevista la celebración necesaria de un acto conciliatorio donde el victimario podría ser perdonado por aquélla) lo menos que podríamos esperar es que en un legítimo estado de derecho, si un extraño nos causa alguna lesión mientras, por ejemplo, caminamos por una acera cualquiera de la ciudad, este agresor sea detenido y procesado conforme a la ley.
Volviendo entonces al tema de la capacidad de discernimiento que tienen los que cometen actos de violencia doméstica mientras están bajo los efectos del alcohol, nos encontramos con que éstos usualmente no agreden a sus jefes, a quienes consideran sus amigos o a quienes son más altos o fornidos que ellos. Tampoco es frecuente que agredan a sus mujeres en frente de otras personas o fuera de la casa donde éstas residen. Por el contrario, los victimarios saben muy bien dónde viven y con quién y sobre todo, cuál será la mejor hora para abordar a sus víctimas.
De acuerdo con cifras que se manejan a nivel mundial, el 95% de los casos de violencia doméstica son cometidos dentro del hogar. Pudiéramos decir entonces que, al paso de los años, de ser el sitio apacible, cómodo y más seguro de la familia, por obra y gracia de este flagelo, el hogar ha pasado a ser el lugar más conflictivo, agobiante e inseguro del planeta.
Dra. Belitza Contreras/ Revista Paréntesis.
Responde:
1. ¿Cuántos párrafos posee el texto leído? ¿Cómo los reconocieron?
2. Formula dos recomendaciones que usted crea conveniente para erradicar la violencia doméstica.
3. ¿Cuál es el tema central del texto leído?
4.- Extrae la idea principal de los párrafos: 2, y 3.
5. Compara cómo ha sido violentada la mujer desde la época romana hasta la actualidad.